A 10 años …
A 10 años de las inundaciones: Los ríos no olvidan. Los pueblos tampoco.
Las inundaciones de 2015 nos marcaron. La tragedia nos dolió, nos impactó, afectó nuestras vidas, casas, calles y plazas.
Y salimos como pudimos a ayudar a familias vecinas, a sacar el barro, a cocinar, a cuidarnos, aunque no nos conociéramos.
Fue en el barro donde nos dimos cuenta que somos comunidad, parte de un entramado, dependemos de las personas que nos rodean, del entorno que habitamos, y de lo que hacemos o dejamos que hagan con él.
Quizás la inundación no se hubiese podido prevenir, pero sí la tragedia. Para eso, los gobiernos tendrían que haber escuchado las voces de alerta de investigadoras, artistas, profesionales y organizaciones ambientales que advirtieron años antes esa posibilidad si se seguía desmontando. La complicidad, la codicia, sus intereses mezquinos fueron más fuertes. Y siguen siéndolo.
Así, vemos hoy expandirse al desarrollismo inmobiliario como una pandemia por cada pueblo y ciudad, arrasando en su paso sierras, monte nativo,… y también conciencias; convirtiendo suelo poroso en cemento, ecosistemas diversos en casas y caminos cercados, cerros hermosos en huecos dinamitados o countries de pinterest. Que “las sierras son nuestras”, dicen; que el “desarrollo es inevitable y necesario”, dicen; que “al monte lo cuidamos mejor desde adentro, construyan construyan!”, les conviene que digamos.
Porque lo sabemos: no fue la lluvia, sino el desmonte. Y las consecuencias de vivir de espaldas a los arroyos, a la cuenca alta donde nacen, a la cuenca media donde se nutren, a la cuenca baja donde nos hidratan, de agua, de paisaje, de salud, de identidad, de recreación y de vida.
No fue la lluvia sino el desmonte y las consecuencias de poderes económicos y políticos avanzando con sus negociados inmobiliarios como El Terrón o el Montecito, canteras como El Gran Ombú, agronegocios, y obras públicas como autovías que solo sirven para que los poderes acumulen más, llevándose materia prima hacia el mercado global y dejando vía libre para fragmentar los corredores biológicos que aún quedan.
“No puede pasar más, no podemos seguir así”, sentimos y pensamos ese febrero del 2015. Y se suspendieron todas las intervenciones, aún las ya autorizadas, en todo el corredor de Sierras Chicas, para pensar “nuevos parámetros urbano ambientales”, dijeron los de siempre. Pero estos anuncios nunca llegaron a ser realidad.
¿Hace falta otro 15F para que la Municipalidad de Unquillo dé de baja la prefactibilidad al country El Montecito?, ¿o la de Mendiolaza la de Q3? ¿Hace falta otro 15F para que Villa Allende reglamente la Reserva Supaj Ñuñu y prohíba la minería ahí para cuidar su cuenca alta?, ¿para que en Río Ceballos no se autorice una obra cloacal dentro del cauce del río, o los vecinos tengan que iniciar un amparo para proteger los cerros como pasó en Ñu Porá? ¿Estamos dispuest@s a perder el río para siempre?
Los Gobiernos proponen parches y soluciones falsas y efímeras, que no hacen más que trasladar el problema y desarticular la respuesta de la comunidad, porque garantizan el poder empresario por encima de todo. Por eso vemos cómo amedrentan con patotas privadas pero también con la policía, amenazan activistas ambientales, judicializan brigadistas, allanan comunidades indígenas, con complicidad de jueces y fiscales.
A 10 años, exigimos recordar; exigimos a los Estados remediación, cuidado de las cuencas, protección del poco bosque que queda, porque sin bosque nos inundamos y también nos quedamos sin agua. Inundación y sequía son dos caras de la misma moneda. Una moneda que compra gobiernos pero no nuestras conciencias.
Pero ¿qué podemos esperar de quienes causaron los problemas? Solo podemos confiar en lo que podemos construir. Ya pedimos, ya demandamos, ya esperamos… si las autorizaciones y negociados se permiten igual ¿vamos a dejar que arrasen lenta y sostenidamente con todo? Es hora de ponernos en acción para planificar nuestro territorio desde abajo.
En tiempos donde prima el individualismo, rescatamos la solidaridad espontánea de aquel 15 de febrero, sabiendo que somos muchas personas más en el cordón de las Sierras Chicas que nos comprometemos a ser parte de esta trama, a participar y practicar el cuidado, la vida en común, a encontrarnos, conocer a quienes tenemos al lado y reconocernos iguales en las diferencias.
La memoria del agua nos encauza. Los ríos no olvidan, los pueblos tampoco. Ojalá este año, lo que nos inunde sean la memoria y el compromiso colectivo, para aprender, transformarnos, para exigir y defender.
AMU – Casita Verde – Biblioteca Tere Andruetto – Colectivo por la Memoria – Cuando el río suena... - Asamblea de Brigadistes Comunitaries ABC – Sayana - Sembradores Serranos – Brigada Chiviquín – Universidad Trashumante – Mendiolaza Viva – Consejo Municipal de Ambiente de Villa Allende - Familia ICEU - Casa 29 - Comisión Vecinal de Barrio Los Cigarrales
Adhieren:
Comisión de DDHH de Villa Allende - Centro Comercial de Villa Allende - Museo Histórico Cultural de Villa Allende -Asociación Civil Ambiente y Cultura - Comisión Asesora de Reserva - Integrantes del Consejo de Cultura de Villa Allende - Figura Fondo. Organización de cultura y ambiente. Formas Expresión. Tica Hen. Asociación Civil Los Manantiales. Right Livelihood, FUNAM. Asamblea Paravachasca
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